
En 1919 surgió en Buenos Aires la denominada semana trágica, en donde obreros de la fabrica Pedro Vasena e hijos reclamaban por salarios mas altos y mejores condiciones de trabajo. Los trabajadores, al no conseguir respuesta, comenzaron con una huelga de la que fueron ferozmente reprimidos, dejando un saldo de más de 700 muertos. Dos años más tarde se produciría, dentro del territorio patagónico, un hecho similar.
Propietarios de grandes tierras de la provincia de Santa Cruz incrementaban un gran auge económico (el precio de la lana y la carne de cordero aumentaba) pero claro que sus trabajadores no veían este aumento en sus salarios. Tiempo después la demanda cayo, y los patrones comenzaron con un masivo despido. Es por esto que se agremiaron a la Federación Obrera de Río Gallegos. En este marco se inicia la huelga general.
El punto central de esta lucha era el de mejorar las condiciones de vida, claro que los estancieros no aceptaban tal reclamo. Los obreros se dividieron por zonas y comenzaron a tomar campos y expropiar caballos y alimentos. En el poder ejecutivo nacional se comenzaba a entrar en un clima tenso y fastidioso. El entonces presidente radical Hipólito Irigoyen, presionado por las patronales, envía regimientos hacia el sur para dar inicio a la represión, nombrando a cargo al coronel Héctor Varela.
Este audaz y estratégico coronel se las ingenio para derramar sangre, haciendo frente a la gran lucha de clases que se engendraba. Varela fue premiado por el presidente, nombrándolo director de la escuela de Caballería; tiempo después este señor fue asesinado por un extranjero y anarquista que vengaba a los muertos de la patagonia.
Hubo mas de 1.500 trabajadores muertos y ninguno de los responsables de estas masacres fueron acusados. Osvaldo Bayer –escritor del libro y guionista del film “La patagonia rebelde”- quien varios años de insistencia logro que homenajearan con un monumento y una calle al gaucho Facon Grande y al dirigente sindical Antonio Soto y todavía continua con el reclamo para que otros heroicos luchadores patagónicos también sean recordados. Por lo tanto noseratanfacil recobrar una memoria colectiva en este pais.
Desde hace varios meses los vecinos del barrio Las Viñas y Las Viñitas respectivamente reclaman más seguridad policial y alumbrado público debido a los múltiples robos a los que están expuestos. La calle Jujuy marca un limite visible entre clases sociales y modos de vida. En un margen se observan casas humildes y prefabricadas, enfrentadas al otro de casas que obedecen a la estética de barrio residencial. La situación económica, la desocupación, la falta de planificación familiar y la “casi” nula inserción laboral han provocado que los índices de delincuencia crezcan en algunos sectores de manera alarmante. Al mismo tiempo esto incita a que las clases sociales “más acomodadas” tiendan cada vez más a amurallar sus casas, invertir en sistemas de vigilancia, alarmas, pólizas de seguros, como es el caso del mencionado barrio. Los vecinos atribuyen la ola de robos a un grupo de malvivientes que habitan al otro lado de la calle Jujuy donde en varias oportunidades luego de denuncias y posteriores allanamientos se encontraron algunos de los objetos sustraídos. A ésta problemática se suma la existencia de un “cruce” para "cortar camino" a través del barrio, que permite a los ladrones vigilar a toda hora y en todo momento los movimientos de las casas que van a robar. La falta de alumbrado publico es y será una constante debido a que roban el cableado, para vender el cobre y de paso mantener a oscuras la zona. La policía manifiesta que no siempre cuenta con los vales de nafta y por lo tanto no realiza el recorrido diario como debiera.Romper con éstos círculos viciosos de inseguridad, pobreza, delincuencia, exclusión e injusticia social no será tan fácil mientras no se apliquen medidas políticas efectivas que beneficien a ambos sectores.

